04/09/92

>> Para no caer en esas fórmulas estereotipadas trato de desarrollar formas mutantes de componer canciones. Podría nombrar algunas, las que me resultaron más efectivas en su momento.

Hay una, por ejemplo, que bauticé "composición a partir del DEVENIR", en la cual el tema queda eximido de la obligación de tener que retroceder a una parte ya mostrada porque las secciones están tan fundidas entre sí que no se perciben las "costuras". De este modo, la energía impulsada se va transformando fluidamente.

Alguna vez también compuse por DESVÍOS: se trata de producir tantas interrupciones de desarrollo durante una canción, que al final el devenir se restablece. En cuanto parece visualizarse una intención, enseguida queda defraudada por un cambio de rumbo. Aquelarre componía así; me parece que Tía Newton sería el ejemplo actual más extremo.

"La forma del deseo" (Cámara) está definida por SUSTRACCIÓN: exhibe todos sus materiales desde un principio para progresar según lo que le va faltando.

Algunas canciones son composiciones SIN DESARROLLO: tienen una ola parte e incluyen leves agregados o sustracciones mínimas, a la manera de "I'm waiting for the man" de Velvet Underground.

Pero existe sobre todo una forma mutante fundamental para la evolución del pop, y es la composición POR NUEVOS SONIDOS. La cuestión es conseguir que el material opere de una manera tan inédita y ajena que uno llegue a abstraerse de la estructura del tema.


>> El pop se define como artístico o no según sus condimentos, nunca por su esencia. En cualquiera de mis piezas "ambient", las proporciones son exactamente inversas.

>> La actitud más interesante que encarna el pop permanentemente es la de revalorizar como arte cualquier cosa que ya haya sido asimilada hasta el punto de no ser ya reconocida como estética.

>> A veces, ciertos experimentos que se ofrecen como extremos porque incluyen el ruido como su material, vienen acompañados de tantos manifiestos y pretextos, que te obligan a un solo sistema de interpretación y a una sola forma de escucharlos. Están tan cargados de intenciones como el peor hit de la radio, y quizá sea preferible una mala melodía que una cacofonía con conciencia social.

>> Lo que sucede con esos cantantes que tienen contenido social es que componen músicas no revolucionarias para acompañar textos a favor de la revolución. La música, entonces, no contiene el efecto del que supuestamente ellos hablan. Así que cuando consigan la revolución lo que va a suceder es que lleguemos a lo mismo de siempre.

>> Ahora bien, ¿y si la música fuera realmente terrorista? ¿Y si hubiera un músico revolucionario que no incurriera en el papel de juglar? En ese caso, el resultado también dejaría de ser revolucionario. El proyecto estaría anquilosado por sí mismo: una vez cumplido su objetivo, la obra quedaría exhausta, se moriría.

>> Hay un cierto tipo de música experimental extrema que para lo único que sirve es como registro del hecho de que alguien llegó hasta ahí. Es como la documentación de un riesgo superado.

>> ¿Qué pasa cuando un grupo contestatario se monta sobre una música ruidosa con el fin de decir algo cantando, gritando o recitando? Resulta redundante. ¿Por qué no confiar en un lenguaje que es superior a las palabras? ¿Acaso éstas no demostraron que como lenguaje sólo pretendían la comunicación y lo arruinaron todo? Yo más bien estoy interesado en la comunión.

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